sábado, 31 de mayo de 2008

Mole para dos o veinte

Era como de truco avanzar sobre nubes de algodón. Luego inició el diálogo sobre las comidas. Yo tenía hambre, de eso no había duda. Hada madrina quizá no, porque era fácil pronunciar su comida favorita y con la varita mágica, la de los poderes de todas las hadas, hacerla aparecer. Y si fueras a elegir platillo para boda, cuál sería esta, dice. Yo respondí con sonrisa de luna: club sándwich. “Stas loco”, dice, y me tira un puñado de brillo luminoso que se me pegó en la nariz. De veras, ¿cuál sería tu platillo? Entraba sombra por la rendija donde salen los ratones. Pensé que algo tradicional, y recordé a madre cuando lo las fiestas de la infancia: bautizos, confirmaciones, cumpleaños. Y supe que era el mole. Y dije orondo que mole. Una viejecita amiga de madre lo hacía en casa y ella le ayudaba. Poco a poco madre aprendió. Y cuántos invitados serán? dice Hada. Cincuenta, quizá, treinta o veinte, respondo con la seguridad de siempre. Ella cierra esta parte del diálogo: será para dos personas, o veinte. Así será.

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