Amore, ando amado, aliento añoro, ansío amarte, ángel. Ah. Anda. Ahora habla, anuncia amor.
Vida, voy volando veloz. Verte varias veces vocación vislumbro. Vaya vía: volcán, vente, voy.
Traficar tiene trabajo. Tiemblas? Temor tienes? Tundra tendrás.
Cerebrito, canto contenta, corazón. Cielo color carmín como cuando corres cavando centro con candor.
Date diez, dice docente. Dame doce damas diario, díscola.
Cien, calificación, Cándida. Comes carnero? Confía. Canta canciones comerciales como cuando Caribe cooler. Corazón cantante. Cama cuándo?
Cama cuando conmigo corrijas color calzón. Concedo coger con condón.
Como comenzar comentarios? Con cariño, corazón. Con cariño cantar cantos. Conceptuar caleidoscopios. Claro, coger como conejos. Cogernos cariño.
Diva. Di.
Tiemblo tanto, Toño. Tenerte todo. Temo tú tambalees. Traficante, tienes tibieza, tranquilidad, talento.
Tanto tiempo tener tunantes, tiricia. Tara tengo. Tiemblo. Tienes tú tentación? Tómame. Te tomo.
Tas tonto, tirano.
Tonto, tonto? Tas temblorosa. Tengo tanto tuyo. Tirana, tú. Tomas té, tunanta? Te tengo tanto tamor, traficanta.
sábado, 7 de junio de 2008
miércoles, 4 de junio de 2008
De sueños (Retratos para una revista)
Sueños
Andaba en comalcalco. No se por qué. Necesitaba irme a Villahermosa. Pasé por el somellera, la línea de autobuses. Esperaba. Intenté comprar un boleto. Va a tardar aún, me dijo el despachador. Había otros como yo en búsqueda de boleto. Momentos antes una niña que traía un cuchillo por poco se corta. No era de ella. Así que al ayudarle me quedé con él. Traía yo en mi maletín el cuchillo, cuando la compra del boleto. Dos muchachos me dijeron que podíamos irnos en taxi. Me gustó la idea: más rápido llegaríamos a nuestro destino. Luego me acordé que también podría buscar la parada de taxis a nacajuca, y de allí transbordar. A eso dirigí mis pasos. Caminé sólo por unas callecillas de la ciudad. Necesitaba preguntar sobre la parada de los taxis colectivos a nacajuca. En mi trayecto vi a unas personas platicando. Al acercarme pude darme cuenta que era una pareja de ancianos lindísimos. Instintivamente toqué mi bolsa que llevó al pecho donde va mi cámara fotográfica. Y les pedí permiso para hacerles un retrato. Son para una revista, les mentí. El creyó escuchar que dije “para una revista de Cuba”, e inmediatamente se emocionó. Ella era de una belleza esplendorosa: alta, fuerte, ojos grises, mirada tierna, cabello mezcla blanco y negro, cejas pronunciadas, y andaba desnuda de su torso. El también fuerte para su edad, con sonrisa de aceptación, me dijo que lo que fuera para cuba era aceptable. Asi que saqué mi camarita de aficionado, y me dispusé a disparar varios clic, para asegurar buenas fotos. Antes el me dijo que tenía unos libros que apreciaba mucho, y quería mostrarmelos. Estaban en una repisita cerca de su ventana. El trató de bajarlos con una mano, pero eran varios y grandes. Yo me ofrecí a ayudarle. Era como una enciclopedia, o colección de cinco seis libros grandes, con mucho polvo. Bajé dos y le pasé la mano por la cubierta. Alcancé a distinguir la figura de José Martí y lo confirmé al leer el nombre del héroe cubano. Antes de tomar las fotos, pensé en preguntarles sus nombres, para que en una supuesta y presunta exposición de fotografías, estuviera con datos precisos. Serían reveladores. En ese momento desperté.
Andaba en comalcalco. No se por qué. Necesitaba irme a Villahermosa. Pasé por el somellera, la línea de autobuses. Esperaba. Intenté comprar un boleto. Va a tardar aún, me dijo el despachador. Había otros como yo en búsqueda de boleto. Momentos antes una niña que traía un cuchillo por poco se corta. No era de ella. Así que al ayudarle me quedé con él. Traía yo en mi maletín el cuchillo, cuando la compra del boleto. Dos muchachos me dijeron que podíamos irnos en taxi. Me gustó la idea: más rápido llegaríamos a nuestro destino. Luego me acordé que también podría buscar la parada de taxis a nacajuca, y de allí transbordar. A eso dirigí mis pasos. Caminé sólo por unas callecillas de la ciudad. Necesitaba preguntar sobre la parada de los taxis colectivos a nacajuca. En mi trayecto vi a unas personas platicando. Al acercarme pude darme cuenta que era una pareja de ancianos lindísimos. Instintivamente toqué mi bolsa que llevó al pecho donde va mi cámara fotográfica. Y les pedí permiso para hacerles un retrato. Son para una revista, les mentí. El creyó escuchar que dije “para una revista de Cuba”, e inmediatamente se emocionó. Ella era de una belleza esplendorosa: alta, fuerte, ojos grises, mirada tierna, cabello mezcla blanco y negro, cejas pronunciadas, y andaba desnuda de su torso. El también fuerte para su edad, con sonrisa de aceptación, me dijo que lo que fuera para cuba era aceptable. Asi que saqué mi camarita de aficionado, y me dispusé a disparar varios clic, para asegurar buenas fotos. Antes el me dijo que tenía unos libros que apreciaba mucho, y quería mostrarmelos. Estaban en una repisita cerca de su ventana. El trató de bajarlos con una mano, pero eran varios y grandes. Yo me ofrecí a ayudarle. Era como una enciclopedia, o colección de cinco seis libros grandes, con mucho polvo. Bajé dos y le pasé la mano por la cubierta. Alcancé a distinguir la figura de José Martí y lo confirmé al leer el nombre del héroe cubano. Antes de tomar las fotos, pensé en preguntarles sus nombres, para que en una supuesta y presunta exposición de fotografías, estuviera con datos precisos. Serían reveladores. En ese momento desperté.
Sueño 1.- Foto de ancianos para una revista
Sueños
Andaba en comalcalco. No se por qué. Necesitaba irme a Villahermosa. Pasé por el somellera, la línea de autobuses. Esperaba. Intenté comprar un boleto. Va a tardar aún, me dijo el despachador. Había otros como yo en búsqueda de boleto. Momentos antes una niña que traía un cuchillo por poco se corta. No era de ella. Así que al ayudarle me quedé con él. Traía yo en mi maletín el cuchillo, cuando la compra del boleto. Dos muchachos me dijeron que podíamos irnos en taxi. Me gustó la idea: más rápido llegaríamos a nuestro destino. Luego me acordé que también podría buscar la parada de taxis a nacajuca, y de allí transbordar. A eso dirigí mis pasos. Caminé sólo por unas callecillas de la ciudad. Necesitaba preguntar sobre la parada de los taxis colectivos a nacajuca. En mi trayecto vi a unas personas platicando. Al acercarme pude darme cuenta que era una pareja de ancianos lindísimos. Instintivamente toqué mi bolsa que llevó al pecho donde va mi cámara fotográfica. Y les pedí permiso para hacerles un retrato. Son para una revista, les mentí. El creyó escuchar que dije “para una revista de Cuba”, e inmediatamente se emocionó. Ella era de una belleza esplendorosa: alta, fuerte, ojos grises, mirada tierna, cabello mezcla blanco y negro, cejas pronunciadas, y andaba desnuda de su torso. El también fuerte para su edad, con sonrisa de aceptación, me dijo que lo que fuera para cuba era aceptable. Asi que saqué mi camarita de aficionado, y me dispusé a disparar varios clic, para asegurar buenas fotos. Antes el me dijo que tenía unos libros que apreciaba mucho, y quería mostrarmelos. Estaban en una repisita cerca de su ventana. El trató de bajarlos con una mano, pero eran varios y grandes. Yo me ofrecí a ayudarle. Era como una enciclopedia, o colección de cinco seis libros grandes, con mucho polvo. Bajé dos y le pasé la mano por la cubierta. Alcancé a distinguir la figura de José Martí y lo confirmé al leer el nombre del héroe cubano. Antes de tomar las fotos, pensé en preguntarles sus nombres, para que en una supuesta y presunta exposición de fotografías, estuviera con datos precisos. Serían reveladores. En ese momento desperté.
Andaba en comalcalco. No se por qué. Necesitaba irme a Villahermosa. Pasé por el somellera, la línea de autobuses. Esperaba. Intenté comprar un boleto. Va a tardar aún, me dijo el despachador. Había otros como yo en búsqueda de boleto. Momentos antes una niña que traía un cuchillo por poco se corta. No era de ella. Así que al ayudarle me quedé con él. Traía yo en mi maletín el cuchillo, cuando la compra del boleto. Dos muchachos me dijeron que podíamos irnos en taxi. Me gustó la idea: más rápido llegaríamos a nuestro destino. Luego me acordé que también podría buscar la parada de taxis a nacajuca, y de allí transbordar. A eso dirigí mis pasos. Caminé sólo por unas callecillas de la ciudad. Necesitaba preguntar sobre la parada de los taxis colectivos a nacajuca. En mi trayecto vi a unas personas platicando. Al acercarme pude darme cuenta que era una pareja de ancianos lindísimos. Instintivamente toqué mi bolsa que llevó al pecho donde va mi cámara fotográfica. Y les pedí permiso para hacerles un retrato. Son para una revista, les mentí. El creyó escuchar que dije “para una revista de Cuba”, e inmediatamente se emocionó. Ella era de una belleza esplendorosa: alta, fuerte, ojos grises, mirada tierna, cabello mezcla blanco y negro, cejas pronunciadas, y andaba desnuda de su torso. El también fuerte para su edad, con sonrisa de aceptación, me dijo que lo que fuera para cuba era aceptable. Asi que saqué mi camarita de aficionado, y me dispusé a disparar varios clic, para asegurar buenas fotos. Antes el me dijo que tenía unos libros que apreciaba mucho, y quería mostrarmelos. Estaban en una repisita cerca de su ventana. El trató de bajarlos con una mano, pero eran varios y grandes. Yo me ofrecí a ayudarle. Era como una enciclopedia, o colección de cinco seis libros grandes, con mucho polvo. Bajé dos y le pasé la mano por la cubierta. Alcancé a distinguir la figura de José Martí y lo confirmé al leer el nombre del héroe cubano. Antes de tomar las fotos, pensé en preguntarles sus nombres, para que en una supuesta y presunta exposición de fotografías, estuviera con datos precisos. Serían reveladores. En ese momento desperté.
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